A medida que envejecemos, los
efectos de la gravedad, la exposición al sol y el estrés de la vida diaria se
notan en nuestras caras. Se forman surcos profundos entre la nariz y la boca;
las mejillas caen; aparecen alrededor del cuello grasa y arrugas. UN LIFTING CERVICOFACIAL no puede
detener este proceso; sin embargo, lo que sí puede hacer es parar el reloj,
mejorando los signos más visibles del envejecimiento, tensando los músculos de
la cara, eliminando el exceso de grasa y redistribuyendo la piel de la cara y
el cuello.
El lifting puede realizarse aislado
o asociado con otros procedimientos como la blefaroplastia o la rinoplastia. El
lifting frontal corrige la caída de las cejas y las arrugas de la frente y de
las cejas.
Los tratamientos faciales o “lifting”
es un procedimiento destinado a tensar la piel facial y cervical con objeto de
reducir los pliegues o arrugas. La estructura ósea de la cara, la musculatura y
la textura cutánea sufren un proceso involutivo con el paso de los años. Además
hay unos factores hereditarios, hábitos alimentarios, situaciones de estrés,
exposición prolongada al sol, etc., que modifican sustancialmente los signos de
envejecimiento facial.
La ritidectomía habitualmente trata
la piel del cuello y las mejillas, pero en ocasiones, se corrigen también las
arrugas de la frente y el descenso de las cejas. La cirugía de los párpados,
con bastante frecuencia, se realiza junto con la ritidectomía.
La operación se puede realizar con
anestesia general o anestesia local y sedación, dependiendo de cada caso
particular (cirugía más o menos amplia, deseos personales del paciente, etc.).
Las incisiones de esta operación se
realizan en el cuero cabelludo en las regiones frontal y temporal, rodean las
orejas y terminan en la zona próxima a la nuca. A través de estas incisiones el
cirujano realiza un despegamiento más o menos amplio de la piel, al objeto de
poder obtener un tensado de la misma. Mediante el mismo abordaje, el cirujano
puede reducir acúmulos grasos o tensar músculos que han quedado fláccidos,
proporcionando a la cara un aspecto más firme.
Después de la intervención, que
suele durar entre 2 y 4 horas, en función de la amplitud de la misma y de si se
hace algún tratamiento de los párpados, liposucción, etc., se colocan unos
drenajes para disminuir la posibilidad de hematomas y reducir la inflamación.
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